Animo a mis hijos a no comprar nada a crédito. Eso vale para todo excepto su educación. Es lo único en lo que estoy dispuesto a comprometerme, porque es una inversión “interna”. Coches. Casas. Comprar esas cosas a crédito es lo que impulsa los precios más altos para los demás. Y esta misma situación se corresponde en todo lo que compramos a crédito, en diversos grados. Hasta esas pequeñas trampas de plástico que llevamos dentro de nuestras billeteras.
Sin embargo, la educación es otra cosa. Esa es una elección consciente para “actualizar su hardware personal” que durará para siempre si lo aplica correctamente. Algunas personas condenan los precios de la educación superior, yo no. Los veo por lo que son: un reflejo de una sociedad que se ha basado en la aceleración a través de la adquisición de crédito. Si lo único que pudiéramos comprar a crédito fuera nuestra educación, ¿cuán verdaderamente “rápida” se convertiría nuestra sociedad? Sin nuestra inflación inducida por el crédito que eleva el costo de vida, nuestros maestros exigirían solo lo que ven como recompensa por la educación que ellos mismos han adquirido con el tiempo.
Por supuesto, es más complejo que eso, pero hay una serie de otros beneficios para una sociedad no basada en el crédito:
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- Apreciación por lo que tienes.
- Compras con fines específicos, en lugar de compras con objetivos.
- Acumulación económica inicial más lenta que nos permite aislar e identificar las necesidades de la sociedad y abordarlas concienzudamente, sin pensar en “soluciones” inmediatas de gratificación que crean burbujas más grandes para explotar en el futuro.
- Menos de nosotros “jugando al monopolio” con pérdidas de propiedad y espacios de alquiler, y más de nosotros confiando en nosotros mismos en lugar de los bancos para poner techos sobre nuestras cabezas.
- Una mejor idea de lo que realmente valen las cosas, en lugar de lo que hemos comercializado para creer que valen.
- Mejores prácticas sostenibles, que dan como resultado bienes más asequibles con mayor calidad y redefinen nuestras nociones de escasez y demanda.
Así que sí. Creo que es posible vivir de esta manera. Y lo animo. Es triste que la pregunta tenga que hacerse en nuestra sociedad “progresista”, pero respeto su coraje al haberse tomado el tiempo para hacerla.