En The Global Citizens ‘Initiative, decimos que “un ciudadano global es alguien que se identifica con ser parte de una comunidad mundial emergente y cuyas acciones contribuyen a construir los valores y prácticas de esta comunidad”.
Para probar la validez de esta definición, examinamos sus supuestos básicos: (a) que existe una comunidad mundial emergente con la que las personas pueden identificarse; y (b) que dicha comunidad tiene un conjunto incipiente de valores y prácticas.
Históricamente, los seres humanos siempre han formado comunidades basadas en la identidad compartida. Dicha identidad se forja en respuesta a una variedad de necesidades humanas: económicas, políticas, religiosas y sociales. A medida que las identidades grupales se fortalecen, quienes las mantienen se organizan en comunidades, articulan sus valores compartidos y construyen estructuras de gobierno para apoyar sus creencias.
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Hoy, las fuerzas del compromiso global están ayudando a algunas personas a identificarse como ciudadanos globales que tienen un sentido de pertenencia a una comunidad mundial. Esta creciente identidad global en gran parte es posible gracias a las fuerzas de las tecnologías modernas de información, comunicaciones y transporte. De manera creciente, estas tecnologías están fortaleciendo nuestra capacidad de conectarnos con el resto del mundo, a través de Internet; a través de la participación en la economía global; a través de las formas en que los factores ambientales mundiales causan estragos en nuestras vidas; a través de la empatía que sentimos cuando vemos imágenes de desastres humanitarios en otros países; o a través de la facilidad con la que podemos viajar y visitar otras partes del mundo.
Aquellos de nosotros que nos vemos como ciudadanos globales no estamos abandonando otras identidades, como las lealtades a nuestros países, etnias y creencias políticas. Estas identidades tradicionales dan sentido a nuestras vidas y continuarán ayudando a moldear quiénes somos. Sin embargo, como resultado de vivir en un mundo globalizado, entendemos que tenemos una capa adicional de responsabilidad; También somos responsables de ser miembros de una comunidad mundial de personas que comparten la misma identidad global que nosotros.
Puede que aún no estemos completamente despiertos a esta nueva capa de responsabilidad, pero está allí esperando ser comprendida. El principal desafío que enfrentamos en el nuevo milenio es adoptar nuestra forma global de ser y construir una comunidad mundial sostenible basada en valores.
¿Cuáles podrían ser los valores de nuestra comunidad? Son los valores que los líderes mundiales han estado defendiendo durante los últimos 70 años e incluyen derechos humanos, protección ambiental, pluralismo religioso, equidad de género, crecimiento económico mundial sostenible, alivio de la pobreza, prevención de conflictos entre países, eliminación de armas de destrucción masiva, asistencia humanitaria y preservación de la diversidad cultural.
Desde la Segunda Guerra Mundial, se han realizado esfuerzos para desarrollar políticas globales y estructuras institucionales que puedan respaldar estos valores perdurables. Estos esfuerzos han sido realizados por organizaciones internacionales, estados soberanos, corporaciones transnacionales, asociaciones profesionales internacionales y otros. Han resultado en un creciente cuerpo de acuerdos internacionales, tratados, estatutos legales y estándares técnicos.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, tenemos un largo camino por recorrer antes de que exista una política global e infraestructura institucional que pueda apoyar a la comunidad mundial emergente y los valores que representa. Existen importantes lagunas de política en muchos dominios, grandes preguntas sobre cómo lograr que los países y las organizaciones cumplan con los marcos de políticas existentes, cuestiones de responsabilidad y transparencia y, lo más importante de todo desde una perspectiva de ciudadanía global, la ausencia de mecanismos que permitan una mayor participación ciudadana en las instituciones de gobernanza global.
La Iniciativa Ciudadana Global ve la necesidad de un cuadro de líderes ciudadanos que puedan desempeñar roles activistas en los esfuerzos para construir nuestra comunidad mundial emergente. Tal activismo de ciudadanía global puede tomar muchas formas, incluida la promoción, a nivel local y global, de soluciones programáticas y políticas que aborden problemas globales; participar en los procesos de toma de decisiones de las organizaciones de gobernanza global; adoptar y promover cambios en el comportamiento que ayuden a proteger el medio ambiente de la tierra; contribuyendo a los esfuerzos mundiales de ayuda humanitaria; y la organización de eventos que celebran la diversidad de la música mundial y el arte, la cultura y las tradiciones espirituales.
La mayoría de nosotros en el camino hacia la ciudadanía global todavía estamos en el comienzo de nuestro viaje. Nuestros ojos han sido abiertos y nuestra conciencia elevada. Instintivamente, sentimos una conexión con otros en todo el mundo, pero carecemos de las herramientas, recursos y apoyo adecuados para actuar de acuerdo con nuestra visión. Nuestras formas de pensar y ser todavía están coloreadas por la trampa de viejas lealtades y formas de ver cosas que ya no son tan válidas como solían ser. Hay un anhelo de retirar el velo que nos impide ver más claramente el mundo en su conjunto y encontrar formas más sostenibles de conectarnos con aquellos que comparten nuestra humanidad común.