Gracias por el A2A.
La escuela te enseña a manejar lo ordinario, pero la vida se define por lo extraordinario.
La escuela te enseña a superar a tus competidores por la cuota de mercado y los márgenes, pero los triunfos de la vida, desde los ferrocarriles hasta los iPhones, se producen en el ámbito de la no competencia.
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La escuela te enseña a diversificarte a ciegas para que nunca tengas piel en el juego, pero la vida exige una mentalidad de propiedad.
La escuela te enseña que el riesgo puede medirse por variación estadística, pero la vida se trata del futuro, no del pasado.
La escuela te enseña a optimizar tu cartera e hibernar a través de lo inesperado, pero las grandes oportunidades de la vida están en esos momentos.
La escuela te enseña a eludir las diferencias entre percepción, interpretación y realidad, pero la vida se hace por la interacción entre los tres.
La escuela te enseña a apostar contra valores atípicos y de alto rendimiento, pero la vida sabe que uno de ellos será el comienzo de una tendencia masiva, incluso hablar por toda una generación.
Todas las fórmulas que aprendiste en la escuela son geniales, pero no tenemos ni idea de qué enchufar para ninguno de los valores clave. Por lo tanto, la teoría se puede aplicar solo en circunstancias “normales”, y solo cuando se tienen muchos datos, y así sucesivamente. Tiene poco que decir sobre los movimientos decisivos que dan forma al panorama de inversión, por lo que está radicalmente incompleto.
La escuela está diseñada para contadores que registran los éxitos de otros. Si quieres poner a un hombre en la luna, luchar contra un dragón, encontrar un tesoro enterrado o incluso silbar cuando pasa un camión de bomberos, la escuela no te ayudará.