Los operadores de opciones se centran en la volatilidad implícita, ya que es una medida de los cambios esperados en el valor de una acción subyacente y como un barómetro de los precios de las opciones. Esto contrasta con la volatilidad histórica, que rastrea los rangos comerciales anteriores de la acción. Sin embargo, tanto la volatilidad implícita como la histórica son determinantes importantes en la fijación de precios premium de un contrato de opciones.
Los comerciantes no necesariamente se preocupan más por la volatilidad implícita versus la volatilidad histórica, per se. Lo que les importa a los operadores es cómo la volatilidad, especialmente donde dicha volatilidad impulsa las expectativas sobre cuán grande podría ser el movimiento subyacente de precios y cómo tales movimientos afectarán las primas.
La alta volatilidad es indicativa de opciones en corto (venta) mientras que la baja volatilidad es una señal de compra. La volatilidad implícita tiende a moverse en oleadas de alta volatilidad seguidas de baja volatilidad, generalmente encontrando su camino de regreso a la volatilidad promedio. Ser capaz de medir con precisión la volatilidad (lo mejor que se pueda) ayuda a mejorar las posibilidades de que una configuración de opciones sea rentable. Esta es la razón por la cual muchos operadores usan el rango de volatilidad implícita o el percentil como una medida de dónde se ubica actualmente la volatilidad implícita y dónde reside la oportunidad. Como tal, este es uno de los criterios más populares que vemos que nuestros usuarios agregan a sus árboles de estrategia de negociación de opciones.
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Considere esto, la volatilidad histórica (estadística) analiza las tendencias en el pasado de cuán volátil era el precio de una acción, creando una expectativa de referencia. En comparación con la volatilidad actual, cualquier anomalía en la volatilidad histórica (desviación de la norma si se quiere) también se puede utilizar como un indicador de oportunidades de compra o venta. Pero eso es una dependencia del rendimiento pasado, que todos sabemos no es necesariamente indicativo de resultados futuros.